sábado, 23 de agosto de 2008

Sin Título (2)

Detrás de mi la sombra que me persigue, detrás de mi sombra mi otro yo, maldito personaje insignificante, carente de sentido, mono empedernido dedicado a destruirme el camino, a pisar mas fuerte mis lamentos y a lamer mis extraños sentimientos de congoja. Estúpida razón de sostener el tiempo, sobre las sienes, sobre los ojos, sobre y debajo de los párpados, golpeando al viento en sus puntos débiles y, entre las piedras, las ganas de querer dormir desnudo. Sobre la vereda me detengo y me encuentro cautivo frente a mi peor enemigo, la humedad del miedo, el peso que este pánico representa me moja la piel. Me castigo en enmienda prohibiendome lo más deseado, y pienso que ese castigo es una negación a la vida, como negar mi propia existencia y negar con ella la existencia del mundo y todos sus errores. Maldigo ahora las luces que se encienden y esos focos que explotan en mi cara, maldita noche y maldita la luna que la abandona tan pronto, aún no he dormido, y sigo sosteniendo el tiempo y resfregandome el sudor de la frente, hasta que cause un río, y su caudal se lleve esa sombra y arrase con el miedo y con la noche y con la luna y con la maldita levedad del sin querer queriendo.

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