viernes, 11 de abril de 2008

R a w (3)

La tentación aparece tan sutil y poco a poco encrudece. La desenmascaro de las falsas bondades y la desnudo ante mis ojos infestados de lujuria. La proximidad de la intención, ha sido llevada por la seducción de mis sentidos carnales. No hay sensación de romance ni necesidad plena de caricias correspondidas. Solo un cuerpo que de ansias se desespera y se vuelve locuaz, cual mendigo, pidiendo solamente la calma a través del placer. De una satisfacción instantánea, falsa y superflua.

R a w (2)

He reducido mis palabras al peso de la saliva que cuelga del extremo de mis labios. Palabras que han labrado una mentira en mi dentadura y me han provocado picazón. Una terrible incomodidad en las encías que ha alterado mis nervios, los que han sucumbido ante la carne muerta y su pestilencia. Me han llevado, súbitamente, a tramar mi muerte y a provocarla de manera absoluta e involuntaria. Es el final de un engaño doloroso que, largo, ha sabido internarse en mis venas y amargar mis entrañas, estrangulando uno a uno todos mis sentidos. Asesinando mi corazón, dándole fin a los días más remotos de mi alma.

R a w (1)

No se si es pura casualidad. No se si solo son ideas mías. De todas maneras no está mal pensar un poco las cosas al revés. Darle un vuelco a todas tus versiones, y a todas las palabras mal usadas en tus argumentos. No digo que vaya a olvidarme de todo lo que has dicho. Todo lo he comprendido y quizás entiendo esa actitud, y esa intención. No es nada inesperado de tu parte, conociéndote más de cuatro años, se muy bien que cosas preparas en esa cabecita para buscar tu venganza. ¿Así le dices no? ¡Venganza! Claro. Si pudiera vengarme yo de todas las cosas que me has hecho. Su pudiera, si quiera hacerte sentir la vergüenza. Me bastaría con verte de rodillas sobre las piedras calientes, tu cabeza incrustada en el suelo pidiendo perdón, y las lágrimas de tus ojos consumiéndose antes de tocar el suelo.