martes, 6 de julio de 2010

Efectos Móviles (Objeción)

De repente se detuvo su respiración, y en el cielo explotaron un millón de esas pequeñas luces. El aura tibia del sol, rebotó sobre el espejo y sobre su vanidad insoluble. Las manos blancas se coloraron y mis ojos se dividieron en 3 pedazos, cada uno disperso en cada espacio. Mis brazos cruzaron las nubes esquivando los rayos multicolores y mis piernas jugaban a saltar sobre las cuerdas de las tres dimensiones.

Le di un abrazo a papá y le regalé un unicornio muerto al abuelo. Le dije a Dios que nadie me había seguido y le reclamé qué culpa tenía yo de haber encontrado aquel agujero negro debajo de la cama.

Él echó mis zapatos por un orificio, y su sonido en degradé lo convirtió en absoluto. Los guardianes rojos se echaron contra mi y me encadenaron. Sus ojos eran azules, y brillaban como el reflejo del sol sobre el mar de mediodía. La hora exacta de mi muerte, y los minutos de partida en aquella anticipada ceremonia de salvación.

El olor a eucalipto recetó mi discreción y me sostuve de las manos de un gigante. Descubrí en sus bolsillos un vacío que se parecía mucho a casa. Retomé el mismo camino cruzando la vía estelar. La aurora boreal irritada me cubría con angustia. Me volví tan predecible. Que hasta mis palabras desconcertaban.

Entregué mis llagas y mi casco destruido. La armadura de acero que quemaba fulgor verde, yacía sobre el jazmín, sobre el aroma más infinito. Le di cuerda al reloj de bolsillo y el tiempo dio vuelta atrás. Las manijas corrían a destiempo y mis codos lagrimaban a sangrar. Mi nariz se envenenaba con una ruleta rusa en el aire y mis parpados marchitos se jugaban al azar.

La novia de nadie había conquistado el cementerio a punta de un duelo de esgrima. La inservible serpiente podía aún más. La corona sujeta en la cien, los diamantes incrustados en el contorno de sus ojos. El abismo, la impotencia y el delirio, en cada pedido taciturno de compasión. La elegida había salido del bosque de plata a condenar a los que cultivan desechos. Un helecho conquisto mi razón, y me quedé dormido sobre una hamaca sin hilar viendo al sol nacer en un anochecer perfecto.

Los fuegos artificiales maravillaban el horario estelar. Las grietas de la luna se empezaban a cerrar. Los números carecían de sentido en el fuego, hasta en la carne cocida podía más el frío del averno. Sus ojos palpitaban e inundaron a cascar. Mis penas se corrigieron con la tabla de multiplicar. El hacha cortaba el agua, y dividía la eternidad en pedazos de ausencia. La demencia de la dulce espera le hacía proyectar un sueño sumergido en la mitad del mar.

Rogué por intuición y mis manos se escondieron en mis bolsillos. El sonido estridente del tilin tilin me condicionó a salir una vez más. Corrí hacía el entierro y me encontré con mi perfil entramado. Las manos al aire y un vaso sin agua sujetado por la nada. Los besos intuidos y una vez más la música; el redoble de tambores, las trompetas ahogadas, el chillar de los violines, el bong! del gong. Los cantos gregorianos, el vaivén de agua salada, el quiebre de un cristal. La melodía del final.

Viento

Si no hubieras abierto la ventana, jamás hubiera podido llegar al espacio.

James Yuill - On Your Own

domingo, 4 de julio de 2010

Mi Mamá es inmortal

Ayer mamá cumplió 47 años, y es quizás una de las pocas personas que conozco que no oculta su edad. Ella dice que se aumenta la edad antes de cumplir años para evitar que la gente le discuta la realidad. Mamá tiene casi 50 años pero parece de 30.

Mucha de esa gente piensa que es mi hermana, quizás porque tenemos la sonrisa parecida o porque las arrugas han sido mezquinas y no han podido con la tersidad de su piel. No hay grietas en el rostro de mamá, pero si hay rasgos de cansancio. Igual los años pasan, así no lo parezca pasan.

Ayer por la noche en un restaurante, terminando de cenar le regalaron un postre. Mamá no quiso que le cantaran el cumpleaños "hoy quiero estar tranquila" dijo. Todos probamos un bocadito del cheesecake de mora, e hicimos comentarios sobre la edad de Maritza, mi mamá. Mi hermano fastidiaba "¡Feliz 50 años!, por 50 años más!; Mamá dijo "No Gracias!, yo no quiero vivir 50 años más".

Yo pensé: "casi 50, y todo lo que ha vivido..., 50 años más es un montón!"

Luego dije en voz alta "Vivimos demasiado". Mamá me miró y asintió "Por eso yo no quiero vivir tanto tiempo más, no quiero llegar a vieja y que no pueda hacer mis cosas por mi misma".

Mamá me volvió a mirar y sonrió.

Le devolví la sonrisa con algo de nostalgia y me di cuenta de que mamá no es inmortal.

De que los años pasan y que mientras mis hermanos y yo crecemos, mis papás se resignan; a su nueva vida sin nosotros, a la edad, a la soledad, a los pocos años que quedan y a los muchos que les toca por llevar.

Hoy me desperté luego de haber dormido un buen rato, y mamá entra a mi cuarto. Levanto la cabeza para verla "Hola Mamita" le dije. Ella me dijo: "Hola bebé, despierta ahí te he dejado tu desayuno". La miré por un momento infinito y regresé por un instante a ser un niño de 7 años en uno de esos días en que no quería ir al colegio y que esperaba a que ella entrara a mi cuarto a despertarme.

Luego me sonrió, y volví a pensar que mi mamá sí es inmortal.
Ahora sí estoy seguro.

Corto: Get Out

Un muy buen corto de animación para un Domingo frío por la tarde.