viernes, 19 de octubre de 2012

Apocalipsis


Suspirar o tomar aire. Dar un aliento y sentir paz. Recordar que somos hijos del primer día y que moriremos antes de ver el final. Cuando el sol brille más que nunca, más que todas las veces que lo hemos visto brillar. Cuando la luna se vea mucho más cerca, tanto que casi la podamos tocar. Tomaré una bocanada profunda de aire caliente y botaré un poco de aire frío con sabor a sal, con aroma a vainilla, con el espesor de la saliva y el amargo del café por la mañana.

Me despertarás como todos los días muy temprano y te acostarás conmigo hasta que se apague la luz. Volveremos a contarnos cuentos al despertar. Serán ya como las tres de la tarde o quizás un rato más. Tomaremos mate y escogeremos comida al azar. La vida es un azar, así como también es una mentira y una verdad. Yo escojo jugar a las casualidades hoy. Saltar sobre espejos. Reflejar las nubes en ellos, e imaginar que camino sobre el cielo. Sin caer. Estoy flotando. Estoy volando. ¿Me ves? ¿Me ves?

No te interrumpo, ¿verdad?. Sólo quiero jugar un poco, conocerte un poco más. Tenerte cerca. Acariciar tu pelo. Oler tus manos. Lamer tus dedos. Morder tus orejas. Cerrar tus ojos con mis manos. Sellar tus labios con mis labios. Pasar mi lengua por tu cuello. Tirar de tu cabello y gritar, gritar, gritar.

El sol está brillante como la mañana de ayer. Más brillante aún, como nunca lo hemos visto jamás. La luna es parte del escenario. Los vecinos asustados. La gente corriendo despavorida. Los autos estrellándose unos contra otros. Los postes tambaleándose. Los cables de electricidad jalando de un lado a otro. Tú sujetando mi mano, fuerte; con miedo pero con fe. La puesta en escena perfecta. El final de los días. Como en el teatro, con todas las luces de colores estallando hasta llegar al blanco que nos ciega, que deslumbra y luego, todo es oscuridad. 

Y se niega la existencia de la vida. Se niega la existencia del actor. Cada uno recoge sus platos de la mesa y se apaga el televisor.

El universo se retuerce con partículas imperfectas. Cada partícula somos nosotros. Tu y yo. Hechos pedazos, nos seguimos sujetando de la mano y estamos bailando un vals en la eternidad. Eternidad que me huele a ti, y que suena a las canciones crujientes de un toca discos. A ese final que, por más que quiera, nunca llegará.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Entry

Sometimes i cross the water. Sometimes i cross the streets. Most of the times are at midnight. I prefer not to be seen. Sometimes i remember your face. Sometimes i try to not understand. But most of the time i stay here. In this old and awful place.

lunes, 9 de julio de 2012

Tengo Pesadillas

Tengo pesadillas hace 2 semanas. Son horribles. Cada una peor que la otra. Cada vez más oscuras con personajes más asquerosos, sangrientos, vulgares, horribles. Hombres desnudos clavados por el culo sobre aparatos diseñados para triturar carne. Hombres desnudos decapitados con sangre saliendo disparada desde sus pescuezos. Mujeres desnudas sin cabeza colgadas desde sus piernas mutiladas. Enanos. Humanoides de tres metros con extremidades deformes, con ojos negros, bañados de petróleo. Niños sin ojos corriendo por todos lados buscando conejos de ojos rojos. Niños dentro de hornos gigantes cociéndose como bizcochos. De pronto todos en caravana, en carros alegóricos, como en un Gay Parade, pero de seres detestables. De moustros. De todos esos que están en mi cabeza y que no me dejan dormir. Tengo pesadillas hace 2 semanas y son horribles. Si aparecieran personas que conozco quizás me produciría algún tipo de angustia, pena. Pero estas criaturas me dan asco, ganas de vomitar, de sacar todo lo que tengo dentro porque lo siento infectado, intoxicado, envenenado, negro. Algo negro hay dentro de mi, en mi cabeza, en mi corazón. Tengo pesadillas hace 2 semanas y me siento una mierda. Creo que en alguna de ellas me suicido.

lunes, 18 de junio de 2012

Un globo, un sombrero y una cerveza

Te propongo un juego. Sólo tomará unos minutos. Cierra los ojos y piensa en mi, sólo piensa en mi y en nada ni nadie más que en mi. Ahora dime qué cosas aparecieron en tu cabeza. Un globo, un sombrero y una cerveza. ¿Qué clase de juego es este? Me lo enseñó Gabriel, cuando tenía siete años, y aún me acuerdo. Le pregunté lo mismo y nunca me dijo la respuesta. Eso es lo que quieres entonces. ¿Qué? La respuesta. No, no lo sé. Supongo que sí, o no. Quiero decir, es un juego, por qué habría de tener una respuesta. No es un acertijo, es más bien un yan-ken-pó. No, porque nadie gana nada. Es verdad tienes razón. Entonces se parece más a una adivinanza. Espera. ¿Hay algo de esperanza en esto? ¿A que te refieres? A discutir de que se trata el juego. No lo sé, pero es divertido, no te parece. Te propongo un juego. Jajaja. Está bien. Sólo tomará unos minutos. Cierra los ojos y piensa en mi, sólo en mi y en nadie más que en mi. Ya. ¿Ya? Ya. Ahora, qué cosas aparecieron en tu cabeza. Un globo, un sombrero y una cerveza! ¿En serio? Sí, sí sí. Sabes qué, me acabo de acordar de algo. La vez que Gabriel me hizo ese juego llevaba un sombrero en la cabeza, tenía una lata de cerveza en la mano y yo sostenía un globo que se fue volando cuando me dijo que cerrara los ojos. Los abrí y allí iba el globo hacía arriiiiiba, hasta las nubes. Gabriel matándose de la risa, tomó un sorbo de cerveza y se quitó el sombrero como haciendo una venia. Esa es la respuesta. ¿La venia? No, que te acordarás siempre de él.

Mi Pasatiempo Favorito


Regresar es mi pasatiempo favorito. Regresar siguiendo las huellas de sal de mar es casi igual de peligroso que borrar las manchas de sangre después en empuñar un puñal en tu espalda a espaldas tuyas. Regresar es tanto y tan poco que se me seca la piel de solo pensar en sí el sol y la luna estarán dispuestas a hacerme sombra y luz. El viento no importa, no es necesario; tengo cobijo suficiente para sobrevivir con esta chaqueta nueva que llevo puesta. Ante el frío en posición fetal, ante el calor me abro todo sin pudor. Me lleno de arena, me lleno de agua, de sal, de azúcar, de sombra y de luz. Me lleno también de olvido y de recuerdos. ¿A dónde me lleva regresar? Es un paso atrás y otro adelante. El compás. Sígueme el paso y todo estará bien me dices. Te sigo a donde quieras si me aseguraras unos días más de vida, si me jurarás que cuando diga que quiero morir me muriera. Regresaría sólo si en tus ojos pudiera ver el reflejo del mar y si tus pies estuvieran húmedos dejando huellas sobre el parqué; si tus manos estuvieran heladas sujetando mi cara, tus dedos tocando mis labios. Si la sangre estuviera tiñendo tu polera blanca de rojo, si estuvieras cayendo de rodillas al suelo de espaldas a mi, y yo a espaldas tuyas, detrás tuyo, como siempre. Querida. Regresar sigue siendo mi pasatiempo favorito para estos días de invierno, incluso cuando el eco me recuerda tu grito, regresar sigue siendo mi pasatiempo favorito.

viernes, 25 de mayo de 2012

Sobre Abismos y Precipicios

Al principio rodear los precipicios era para mi algo divertido. Me sentía como un niño retando a la inocencia con naturalidad. No tenía conciencia sobre el peso de mi cuerpo, ni sabía que por ciencia, el peso de mi cuerpo me tiraría hasta el final. Caería sobre rocas mojadas y aguas salpicadas. Mareas que se lanzaban contra paredes más fuertes que el concreto, y mi cabeza iría a dar ahí y seguramente se rompería; Como se rompen las promesas cuando el último dedo de tu pie derecho te sostiene al borde del abismo. 

Ya no me parece tan divertido rodear precipicios. Pienso en el inicio y el final y no encuentro el sentido al punto intermedio, en el que estoy ahora, en el que estoy en desacuerdo si dar un paso atrás o dar uno hacia adelante. Es como una cuerda temporal, pero siempre es futuro, siempre es pasado. No habrá pasado, creo ahora. El futuro es caer o retroceder. El pasado sería, Ahora que existe, el mismo; caer o retroceder.

Da la mismo, hacía atrás o adelante. Da lo mismo.

Mamón

Siempre ha sido un tanto ambiguo. Un tanto parco, un tanto ajeno. Se creía un niño pillo, un man pendejo y aunque de lejos tenía pinta de serlo, de cerca era como un dulce de leche. De leche eran sus dientes cuando mordió la primera teta que no era la de su madre. Su primera teta, luego de eso se dedico a morder tantas cuantas pudiera. Tetero. Mamón.

viernes, 9 de marzo de 2012

De Acuerdo

Tocas mi piel.
La música suena.
No veo nada.
No logro verte.
Tu ves todo me dices.
Y me ves, desnudo frente ti.

Toco tu piel.
La música deja poco a poco de sonar.
Se deja atrapar por la oscuridad.
Lentamente.
Ahora te escucho.
Y logro verte.
Nos vemos todo.
Te veo el alma.

Tocas mi piel.
Y toco la tuya lentamente.
La música se queda en nuestra mente.
Es un acuerdo.
Acompaña al vaivén.
El placer del momento.
Te escucho gritar.
Me escuchas hablarte.
Cierro los ojos.
Quiero creer que cierras los tuyos.

lunes, 23 de enero de 2012

La mirada del niño

El sol se esconde detrás de la mirada inocente de aquel niño.
Ese niño que tiene mi sonrisa y guarda la marca de una herida debajo de su camisa azul.
La camisa que le regaló su hermano cuando cumplió 6 años.

Seis historias le han contado acerca de la muerte de su padre.
El recuerdo que tiene de él da más vueltas que los autos en una autopista en espiral.
Y su cabeza sólo recuerda que no sabe nada en absoluto.
Y que lo absoluto de la cosas en su vida siempre ha sido el azar.

La tarde llega y los rayos de ese sol remanecen.
Es el brillo permanente de un recuerdo que se ha quedado en el horizonte para siempre.
Lo siento, no sé cómo explicarlo.
Tengo miedo, no sé cómo intentarlo.
Auxilio, necesito de un amigo.
Amigo, si estás ahí, ven conmigo.

Claro está, abrí los ojos y encontré un par de ilusiones.
Ambas disueltas sobre un río rojo de caudal impaciente.
Los ojos de mi madre terminaban al inicio del puente.
Y mi muerte, iniciaba el camino de regreso a mi infancia.

¿Será que ese niño de camisa azul soy yo?
¿Será que esas seis historias sobre mi padre no son mas que eso?

El dolor de cabeza empezó y me recosté un momento sobre el gras.
Mi cien izquierda dio sobre una piedra fría.
No me moví. Mi piel nunca se sintió resentida.
Muy por el contrario, de pronto todo lo comprendí.

Estuvo claro desde siempre, y lo está desde entonces.
Ese brillo permanece en la mirada del niño.
Ese auxilio que espera se va.
La muerte no existe.
Mi madre aún no ha nacido.
Mi padre no está.

Ese niño soy yo.