Caminar por las calles, por las pistas sin pisar las líneas amarillas, los rectángulos rojos y las señales del elevador, mirando hacía al cielo cuando suena una conocida canción; esta tarde recordé que dentro de los sueños había dejado alguna vez esos momentos donde mi sonrisa era sincera, donde una ventana azul iluminaba todo color rojo y me dejaba ser libre. En ese entonces aún no estabas tú, no habían llegado a mi las cartas manchadas de tinta ni las lágrimas embotelladas para aliviar la sequía de estos ojos. En altas horas de la noche, en las charlas que se acuerdan de los nombres que ya son irrepetibles, y de nuevo una sonrisa, cual arma infalible para romper mi escudo blindado, Me pongo rojo, sudo y te escucho. Me retuerzo en tu vendaval y me quedo inmóvil, como en aquellos años regados sobre el pasto, bajo la lluvia de Setiembre, bajo el sol de Diciembre, bajo el tiempo eterno de enero, en la línea vertical del horizonte, donde las aves revolverán el aire, en el futuro cuando te amé, Inconsciente.
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Hace 2 años
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