El fondo musical del lugar en donde estoy, y los ligeros movimientos que inconcientemente hago con la cabeza y los pies, evidencian mi gusto particular por esta melancólica pieza de jazz. El lugar en si, podría describirse junto a mi perfil de ciudadano cosmopolita, algo bohemio, si es que valen las etiquetas auto anunciadas.
Tomo una gaseosa en vez de un café por primera vez, y me sugestiono a ser visto como alguien extraño. El color amarillo chillón de la bebida ya es en si un elemento chocante ante tanto gris-marrón-tirando-para-negro; más que resaltante diferenciador. De pronto me pongo a pensar si tan solo el hecho de tener una gaseosa en mi mesa y no una taza de americano bien cargado, me convierten en alguien que no “necesariamente” soy. Sugestión.
Empiezo un recorrido mucho más agresivo, el ritmo de la observación aumenta y busco, por necesidad y compasión, miradas extrañas, gestos de inconformidad, algo que me diga que algo puede estar mal; lo único que encuentro es indiferencia y unas cuantas miradas que en realidad no me miran.
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