De la sonrisa de un niño, a la caída en espiral de una colilla de cigarro que se desvanece al va y ven del aire. Desde las sombras en tus ojos, hasta las luces que estallan en los postes cuando corremos cuesta abajo. El olor a mar, la sensación a calor y frío que produce la brisa y el grito mudo de los taxis. Me quedé sentado alimentando a las palomas, y ellas me alimentaron a mi. Pude escribir una canción que hablaba de ellas, mientras que ellas hablaban de mi. Cuando llegaste, se fueron ellas, y se llevaron el papel, el lapicero y todas las letras. El lienzo quedó blanco de nuevo, falto de mucho, lleno de nada. Dibujo la sonrisa del niño y dejo caer las cenizas del cigarrillo al suelo. El resplandor del sol a contraluz dibuja una fuerte sombra bajo tus ojos. Se hace tarde y las bombillas de los postes explotan. El aire tibio, la humedad y el olor a mar. Me quedaré sentado una hora más, por esta tarde, por todas esas cosas.
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Hace 2 años
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