Nada es más feróz que el inicio del miedo, el estado inconciente, el niño indefenso. En el calor de la noche, atrapado entre sombras y cajas de piedras, en la oscuridad absoluta, por donde no corre el viento y cobra vida el pasado tormentoso.
Nada es más cruel que el ser disoluto, el que golpea más bajo, creando el dolor más profundo, sobre el honor, en el centro del corazón vulnerable; Donde se duermen las mariposas, donde cobra sentido la venganza, donde se olvida la verguenza y donde todas esas raras pasiones, las que condenan su fe, truncan su existencia.