Al principio rodear los precipicios era para mi algo divertido. Me sentía como un niño retando a la inocencia con naturalidad. No tenía conciencia sobre el peso de mi cuerpo, ni sabía que por ciencia, el peso de mi cuerpo me tiraría hasta el final. Caería sobre rocas mojadas y aguas salpicadas. Mareas que se lanzaban contra paredes más fuertes que el concreto, y mi cabeza iría a dar ahí y seguramente se rompería; Como se rompen las promesas cuando el último dedo de tu pie derecho te sostiene al borde del abismo.
Ya no me parece tan divertido rodear precipicios. Pienso en el inicio y el final y no encuentro el sentido al punto intermedio, en el que estoy ahora, en el que estoy en desacuerdo si dar un paso atrás o dar uno hacia adelante. Es como una cuerda temporal, pero siempre es futuro, siempre es pasado. No habrá pasado, creo ahora. El futuro es caer o retroceder. El pasado sería, Ahora que existe, el mismo; caer o retroceder.
Da la mismo, hacía atrás o adelante. Da lo mismo.