"Una burbuja rodeó mi cabeza, sus labios seguían moviéndose pero no podía oír nada de lo que me decía."
El invierno no nos quiere dejar. El verano se asoma tímido, sin muchas ganas, titubea siempre pero al final se queda. Es una temporada donde casi siempre busco el exilio de esta vida, no huyo, solamente me resguardo para no terminar herido. Son meses cargados de emociones, las fiestas pues!, la Navidad significa un montón y a la vez nada. La familia, ellos son sin duda el significado. Y el fin de año, pues, definitivamente será como nunca antes lo ha sido. Expectativas y emociones aparte, al regresar seremos otros mis queridos viajeros!
Época de amores precoces, solía ser este el patrón de cada año; llenar ese vacío antes de que el año te diga chau y te des cuenta de que empiezas uno más sin una sombra que te acompañe al lado, no tu sombra, sino la de alguien más. Una sombra más grande que la tuya, que te abrace; o una más menuda, a quien puedas cuidar.
Pero esta vez, ni amores, ni sombras, ni estados irritantes de vulnerabilidad. Tan sólo una desesperada necesidad que encontró - al fin- un sustento en alguien más fuerte y que tiene la suerte de haber encontrado la libertad. Mi voz, aún herida y temerosa -muerta de miedo-, se sostiene en su voz. Ahí se resguarda, sin que el se entere, hasta la próxima voz de mando.
!Quiero que cantes!
Y esa será una orden.