Willy, el hombrecito de la gorrita azul lleva una torta sobre la mano izquierda, con la misma destreza de una mesera de hotel de cinco estrellas. Su figura es plana y está impreso en dos colores. Sus ojos y sus labios son rojos, su camisa blanca, del color de la caja, está pintada con unas rayas azules. Una delgada línea dibuja el trazo de su sonrisa y uno de los ojos parece mirar de lado, hacia la torta, tambien bicolor. Una muchacha vestida de verde y blanco, carga con una mano la caja de torta, con la misma destreza de Willy, con las mismas habilidades de la mesera del hotel. Su cabello, amarrado en una cola "de caballo" permiten ver unas argolla doradas muy grandes, doradas pero sin brillo, como su mirada insulsa y su cara inexpresiva. Sostiene la caja que contiene una torta de chocolate con la mano izquierda, con la derecha, juega con el celular y a veces se toca la nariz. Un extraño bulto se hace bastante visible en su estómago, en la parte de la casaca donde debería estar. Se abre un poco la casaca verde limón y saca un pomo de yogurt con cereal, esos para mezclar y comer al instante. Lo coje y lo deja a su costado junto a una botella de gaseosa a medio tomar. Se cierra la casaca y se acomoda en el asiento. Willy parece aburrido, aunque no lo refleja; la misma sonrisa sigue desde el primer momento del viaje. La línea roja no se ha desvanecido ni se ha torcido, sigue intacta, al igual que la torta bicolor y la de chocolate, la última igual de plana que la figura de cartón. Una frase debajo del nombre de Willy, asegura poder dar gusto al gusto de cada uno "se da gusto, a su gusto" La muchacha pregunta por el siguiente paradero que parece ser el suyo. Intenta levantarse del asiento unas cuatro veces sin éxito. En el quinto intento logra pararse y la caja se tambalea en sus manos. Se detiene en el pasadizo lleno de gente. Se apoya con el codo sobre el respaldar del asiento de adelante. Un hombre de saco beige está apretado a su costado, lo mismo que una señora regordeta de chompa verde. Veinte personas en el micro, seis de ellas no le pueden quitar la mirada a la torta, no por que pueda verse como un postre delicioso, si no porque podría haberse caido en cualquier momento. La muchacha de verde demuestra una vez más, poseer las mismas habilidades de Willy, y de la mesera del hotel, un momento, es que acaso ella es la mesera del hotel?. Sandra logra hacerse paso hasta la puerta sin empujar a la señora de negro ni al tipo de beige. Seis ligeros suspiros se hacen oir casi imperceptibles, aplastados por la música que retumba a más de 200 decibeles. La chica de Willy logra bajar, con ella la torta, willy, su gorrita azul, y el gusto de dar gusto.